lunes, 6 de diciembre de 2010

Abadon por J.F Mena Capitulo I

   Capitulo I
“Y el ángel de la congregación que esta en Sardís escribe: Hazte vigilante, y fortalece las cosas restantes  que estaban a punto de morir, porque no he hallado tus hechos plenamente ejecutados delante de mi dios. Por lo tanto, continua temiendo presente como has recibido y como oíste, y sigues guardándolo, y arrepiéntete. Ciertamente, a menos que despiertes vendré como ladrón y no sabrás de ningún modo  a que hora vendré sobre ti.” (Apocalipsis 3:2, 3.)



Era un lluvioso día de domingo en aquella gigantesca ciudad del norte de la India, mas exactamente en  Delhi situada a las orillas del río Yamuna. La ciudad  limitaba al sur con la capital del país Nueva Delhi. Unas elevadas murallas construidas en el año 1638 E.A. (de la era antigua)   aun la rodeaban a pesar del tiempo. La arquitectura de sus calles eran indo musulmanas y los grandes mercados se agrupan como basares repletos de  productos que llegaban  de todo el país para venderse tanto a turistas como a los numerosos pobladores de esta populosa ciudad de mas de nueve millones de habitantes.
Esta ciudad en los días antiguos había servido como refugio y capital al final del siglo XIV E.A. para el emperador Mongol Tamerlán Babur, creador de la dinastía Mongol en la india. Muchas veces havia sido invadida por diferentes potencias a través de los siglos  gracias a sus grandes recursos naturales y ubicación estratégica.
 Pero cuando la escasees se hizo mas fuerte a mediados del siglo XXI E.A. volvió a ser uno de los puntos primordiales para los ataques occidentales.
La India en ese momento era uno de los mayores productores de Hardware y Software del mundo entero pero con la guerra debieron abandonar las investigaciones en informática para esforzarse en sus fuerzas armadas.
Pero a pesar de su esfuerzo fueron invadidos  por las Naciones de Occidente durante diez años. Utilizando sus recursos naturales e industriales como trampolín  para invadir tanto   África y Asia.
En el año 3 del siglo I  D.D. (después de Dios),  las fuerzas de la ciudad espacial tomo con facilidad el país. Ingresando por el norte en un espectacular dispositivo bélico. En este momento la ciudad recupero en parte una nueva independencia basada en el predominio de las fuerzas armadas provenientes de la ciudad estación.
Estas recibían el nombre de “Pacificadores.”  Según decían su labor era mantener la paz dentro de las doce regiones que dividían al mundo actual.   Estas regiones eran básicamente separaciones políticas basadas en la aproximación hacia los centros estratégicos de los cinco continentes.
Organizaban el gobierno por medio de un estado altamente estructurado por un poder ejecutivo colegiado formado por Doce miembros. Llamados el concejo de  “Los Doce sabios”. Siendo ellos los  encargados de manejar los asuntos más importantes de Babilonia y de toda la Tierra.  Personas que según se decía entre los Pacificadores estaban mas allá del bien y del mal por su gran sabiduría.
Esa tarde la lluvia caía con gran fuerza sobre aquellas calles repletas de antiguos adoquines de color gris. Allí se agrupaban gigantescos basares repletos de  colores centellantes  buscando de ese modo atraer a los posibles compradores. Estos comercios se encontraban cubiertos de grandes lonas de diferentes tonalidades. Estas iban  entre amarrillos y verdes brindándole  un soplo  de vida a la  ciudad que a pesar de sus penas trataba de mostrarse alegre.
La gente caminaba de un lado al otro en busca de los mejores precios. Las personas se comportaban como hormigas obreras en plena recolección antes de la tormenta.  El pueblo de la India  se encontraba sumido dentro de una inmensa miseria. La gente tenia un especial   cuidado  en no gastar demasiado dinero y por eso recorrían de un lado a al otro de la ciudad en busca de mejores precios.
Esto era materia corriente en muchas partes de la tierra. Porque a pesar de toda la tecnología y conocimientos Pacificadores  no se había podido eliminar el mayor yugo de la existencia humana; la pobreza.
Aun la distribución de la riqueza era desigual y los medios de producción se habían deteriorado considerablemente  por la continuas guerras y falta de educación  dentro de las masas de los cinco continentes. 
Cuando el sol aun se filtraba entre las nubes por una estrecha calle del norte de la ciudad ingresaron una pareja de turistas de aspecto occidental. El hombre aparentaba unos cincuenta años de edad, delgado y con una escasa cabellera en su cabeza. Vestía  con un viejo traje negro, con saco y corbata gris. En su diestra sostenía con elegancia un trabajado bastón enchapado en plata y oro. Pero lo que mas destacaba del bastón era que en su cúspide se encontraba un motivo en forma de carnero. El pintoresco caballero se encontraba acompañado por una hermosa mujer de tez morena. La dama vestía  un largo y ostentosos vestido de color rojo  sosteniendo un elegante paraguas para protegerse de la lluvia que caía en forma de llovizna  por sobre las abarrotadas calles.
La gente los observaba con gran curiosidad pero nadie se atrevía a mirarlos directamente a los ojos.  Los vestigios del pasado aun seguían muy vividos en el corazón de aquel pueblo y el temor aun los invadía al observar a un occidental.
Después de recorrer  algunas calles de charlas intranscendentes la pareja comenzó a ser observada. De adentro de un oscuro callejón surgió una sombra tan rápida como un rayo y sigilosa como una pantera. Acecho durante un par de horas a los turistas como si fuese un depredador hambriento. Siguiéndolos sin que ellos se percatara de su presencia, esperando para dar el golpe de gracia.
El ladrón se abalanzo con cautela cuando la pareja se acercó a una tienda de pequeñas artesanías en madera. Con un movimiento delicado,  sumamente rápido, le quito la billetera del bolsillo trasero del pantalón del caballero.
Pero en ese mismo instante el hombre  metió su mano dentro de su bolsillo en busca de dinero para comprar algún articulo para su joven acompañante. Pero se llevo una sorpresa dándose cuenta que la billetera no se encontraba en su sitio.
Pero corriendo  a sus espaldas se encontraba un joven de unos quince años de edad de un metro sesenta  de altura y de cabellos oscuros como la noche. Su piel era muy blanca, vestía con harapos ya descoloridos por el tiempo los que apenas cubrían su cuerpo.
El caballero comenzó a gritar como un loco. El chico corrió   con sus pies descalzos con suma rapidez sobre aquella calle resbaladiza. El hombre trató de  perseguirlo, pero en un descuido tropezó aparatosamente y cayo sobre su espalda.
En ese momento un par de Pacificadores pasaba por la zona cuando sucedía todo el altercado. El uniforme  Pacificadores  era formado por  chalecos  azules, cinturones  y pantalones negros. Llevaban una ametralladora ligera amarada a sus cinturas y un pequeño prendedor en forma de dos espadas cruzadas, del  lado izquierdo del pecho. Sirviendo este  como comunicador con la central y con el resto de sus compañeros.
Comenzaron a seguir al muchacho con suma rapidez. Los pacificadores   se movían con gran agilidad y en pocos segundos se pusieron a tiro del joven ladrón. El joven llegó a una esquina de la calle principal y decidió desviarse hacia la derecha en busca de los oscuros callejones que rodeaban a la ciudad en busca del Red Fort.  Un lugar   rodeado por altas murallas de arenisca roja que en otro tiempo había sido el palacio imperial de los emperadores mogoles de la India.
Pero los pacificadores estaban extremadamente entrenados y pudieron arrinconarlo sobre la sala del Diwan-i-am. El muchacho se vio acorralado y con la billetera aún sobre sus manos. Inmóvil a causa de los nervios que lo acongojaban, incapaz de reaccionar de otro modo, sin saber que  hacer o que decir.
Los pacificadores se acercaron, descubrieron sus armas de sus fundas y le apuntaron ordenando que se  entregara sin oponer resistencia.
. El chico permaneció paralizado por el miedo, la sangre fluía con gran fuerza por su torrente sanguíneo. Su corazón palpitaba con gran frenesí, paresia que su corta vida culminaría en ese instante.
Pero en ese momento un fino silbido traspasó al mismo aire con la velocidad del viento que atrae a la muerte, y uno de los Pacificadores cayo al suelo desplomado. Su compañero levantó su brazo en busca de su comunicador, pero un fuerte golpe lo sorprendió por detrás  cayendo arrodillado enfrente al ladronzuelo. El guardia  observó al joven  con sus ojos inyectados de rabia y dolor.
El muchacho permaneció estático, sin poder realizar ningún movimiento, solo se mantuvo quieto sin perpetrar acción alguna. Observando solamente  al hombre que se hallaba a sus pies. Cuando unas delicadas manos  tomaron al guardia por el cuello y con un rápido movimiento le quebraron el cuello, cayendo el tercer cuerpo desplomado ya sin vida.
La lluvia  caía en ese momento con suma furia.  Lavando la sangre derramada sobre aquella calle fundada de adoquines. Formando un charco rojo de sangre y suciedad. Sobre el se hallaba una mujer de apariencia de unos veinticinco años de edad. Media un metro setenta de altura. Su cabello era castaño claro y sus ojos eran  color verde sumamente claros. Utilizaba un ajustado traje color negro de cuero que resaltaba su sensual figura.
El chico no pudo realizar ningún movimiento. Su vida se había detenido en ese instante. La joven se le acerco y coloco la pistola que empuñaba en su mano en una canana que estaba sujeta a su cintura y con una dulce voz se dirigió al ladrón.
_Tranquilízate ya todo a pasado. Quiero que vengas conmigo, conozco un lugar mejor que las calles, y pronto llegaran más Pacificadores en tu búsqueda. 
El joven accedió con una señal de su cabeza, y comenzó a caminar. A su lado se encontraba  una mujer  capas   en un par de segundo de arrebatarle la vida a dos soldados expertos con  sus propias manos. Pero sin embargo ahora se dirigía  hacía el con la mayor ternura. Pero aunque la situación era totalmente  extraña. Salida de la mas loca y terrible pesadilla  algo en su interior  le hizo sentirse seguro.
Ella lo llevó a una gran camioneta bastante maltratada por el tiempo, de color blanca y bastante salpicada por un barro ya seco hace  tiempo. Esta se encontraba en un oscuro callejón a unas calles del lugar del incidente.
Abrió la puerta trasera de la camioneta y le realizó una señal al joven para que ingresara en ella. Este entró  sin realizar ningún comentario. La camioneta demoró algunos segundos para arrancar pero finalmente lo logro.
La lluvia comenzó a amainar pero una fina cortina de agua seguía cayendo sobre la ciudad. Avanzaron un par de kilómetros hacia el sur y no demoro mucho en que una patrulla de Pacificadores los detuviera en un palmo de la carretera.
La joven se mantuvo totalmente inmutable y saco de la guantera unos papeles y se los entrego a los guardias. Estos al verlos cambiaron de color inmediatamente tomando un tono ligeramente más pálidos, e inmediatamente devolvieron los documentos y le ordenaron continuar con  la marcha sin realizar pregunta alguna.
La carretera no se encontraba en las mejores condiciones  pero aquella vieja camioneta recorría la carretera  rápidamente a pesar de ser peligrosa y  repleta de baches. Después de salir de la ciudad viajaron unos quince kilómetros para luego desviarse hacia un camino cubierto de espeso barro. Después de veinte minutos en aquel campo oscuro,  repletó de fango y agua estancada llegaron a un gran granero en ruinas. Este se encontraba entre una espesa arboleda de grandes arboles de abundante hojas que ocultaban el recinto de ojos curiosos. 
Este estaba constituido por paredes de adobe y techo de paja, la pared norte se encontraba derrumbada parecía que desde hacia  mucho tiempo. Ningún animal se veía en los alrededores de ese granero. Tampoco campos trabajados, solo se observaba lo que fue en algún tiempo una gran estancia. Pero en ese momento se había transformado en un paisaje de desolación.
La chica detuvo la camioneta por detrás del edificio, se bajó y  abrió la puerta trasera, el joven bajo con suma tranquilidad. La mujer le señaló que la siguiera e ingresaron al desvencijado establecimiento, por una puerta trasera  deteriorada por el tiempo.
El piso de la habitación era de tierra y las paredes se encontraban levemente balanceadas hacia los lados. Pero aun se mantenía firme y sostenían al poco techo que  quedaba sobre sus cabezas. Una puerta se encontraba hacia el centro del granero, esta era de metal bastante oxidada, la humedad lo invadía todo y pequeñas gotas se colaban por la paja estrellándose sobre sus cuerpos. La misteriosa mujer se dirigió a la parte oeste de la habitación y zapateo al piso de una forma sincronizada y rítmica.
Después de algún minuto una parte del suelo cercana a  la puerta oxidada comenzó a abrirse dejándose ver una escalera de metal que descendía hacia las entrañas de la tierra. De allí salieron dos hombres de tez  morena vestidos con pantalones y camisas anchas.  Luciendo largas barbas de color negros, uno era un poco mas alto que el otro pero parecían dos gotas de agua de distinto tamaño.
El hombre mas alto sostenía en su cara una exagerada sonrisa, mientras que el otro un poco más rechoncho se mantenía serio y sereno observando cada uno de los movimientos de los recién llegados.
Se acercaron hacia la soldado  y  realizaron una reverencia hacia la mujer.
_ ¿Esta segura que este es el muchacho que necesitamos? _ Pregunto el hombre de rostro serio, observando al muchacho de pies a cabeza.
_ Claro que lo es, yo nunca e fallado una misión. He investigado este caso desde un buen tiempo, las fechas concuerdan, y en lugar  donde lo encontré también coincide con lo especificado.
Ambos asintieron con sus cabezas en forma de aprobación. Luego los cuatro comenzaron a descender por aquella escalera. Mientras los dos hombres comentaban entre ellos en forma de susurro. La chica miró directo a los ojos del muchacho que paresia inmutable ante esa situación y le pregunto con un dulce tono de voz:
_  ¿Dime cual es tu nombre, te has mantenido callado durante todo el camino y ni siquiera as susurrado palabra alguna?.
_ No tengo nombre, nadie nunca me puso uno. _Contestó el ladronzuelo con gran naturalidad.
_ Se que no tienes padre alguno y vives en las alcantarillas de la ciudad.  Subsistes de aquello que puedes robar, o mendigas de los restaurantes. Pero te has alejado del resto de las personas siendo simplemente “el ladrón de las alcantarillas”.
Mientras hablaban  llegaron a un lugar sumamente seco y recubierto de metal. Una gran puerta de vidrio antecedía a un gran pasillo iluminado por largos tubos de luz fluorescentes. Al costado izquierdo de la puerta se hallaba un panel  alfanumérico  y una rendija del tamaño de un rótulo.
La joven sacó de su manga una tarjeta de color amarilla y la introdujo por la rendija e inmediatamente la puerta se abrió.
Ingresaron en el pasillo y comenzaron a recorrerlo. Después de algunos metros encontraron una puerta a la derecha. Esta era más pequeña que la de la entrada y estaba totalmente constituida por metal. Le realizo una seña al muchacho para que ingresara con ella a esa habitación dejando atrás a los otros dos hombres los que discutían de forma acalorada en un lenguaje casi irreconocible para el joven.
Esta habitación contaba con una cama de una plaza, envuelta con una colcha blanca. Una pequeña mesa de luz servia como apoyo para un reloj de forma rectangular  de color crema. Junto al reloj se encontraba una lámpara de cristal de gran belleza.. Y sobre  una de las paredes asomaba un gran placard empotrado en la pared con dos puertas de metal a sus lados.
_ Esta va ser tu habitación. Mi nombre es kiara. ¿Acaso sabes porque estas aquí? _ El joven meneo su cabeza en señal de negación, pero se mantenía sumamente tranquilo.
_ Veo que eres un hombre de muy pocas palabras y nada te sorprende de lo que esta pasando a tu alrededor. Bueno  tendré que darte un nombre, ese será Dorell. Espero que te guste.
El jovencito  asintió con su cabeza y comenzó a observar todo aquello que se encontraba a su alrededor pues nunca en su vida había visto un lugar tan seco y limpio.
_ En  la segunda puerta de  la derecha  encontraras el baño donde podrás tomar un baño caliente. No demores demasiado. En un par de horas  pasare a buscarte para tu presentacion en sociedad_ Dijo Kiara como si se tratase de un chiste sin humor con solo  significado para ella misma
Para el joven Dorell era todo novedoso nunca en su vida había visto una puerta que con simplemente acercarse se abriera sola. Pero el baño en si mismo fue un desafió aun mayor que la puerta.  Porque allí  lo esperaba una gran tina de color blanca y agua caliente. El lugar era  sumamente limpio y reluciente. El agua era de una tonalidad  clara y su temperatura agradable.
Después de un par de horas Riama regreso vistiendo con un vestido largo de color azul y escote medido. Su pelo se encontraba recogido con un broche de madera finamente trabajado y unos finos pendientes  de cristal la engalanaban aun más a su ya natural belleza. Su figura para un poeta  hubiese sido  la inspiración mas grandiosa. Solo comparada a la de una diosa de la antigüedad clásica tan alabada por aquellos días por los Pacificadores .
El recientemente bautizado Dorell se vistió con un traje de color negro y detalles blancos  que  encontró en el placard de su habitación. La prenda le quedaba  bastante grande para su delgado y diminuto cuerpo pero esto no le importo. Por primera ves desde que tenia memoria vestía con otra cosa diferente a los harapos conseguido en algún basurero. Además encontró unos  zapatos bastante nuevos del mismo color.
Al verlo recién bañado y con su nueva ropa Kiara tuvo que realizar un esfuerzo para reconocerlo en su nueva tesitura. Le regalo una amplia sonrisa y con total prestancia le realizo  una total reverencia como si de un príncipe de antaño se tratase.
 _ Veo que el baño te a sentado bien, te ves mucho más guapo de esta forma, pareces  todo un caballero.
El comentario lo único que logro  fue sonrojarlo  y despertar una débil sonrisa. Ambos abandonaron la habitación para proseguir por el pasillo. Después de pasar por un par de puertas y pasillos llegaron a una gran habitación circular donde hacia ya un rato los estaban esperando.
Esta se encontraba iluminada por una gran araña en el techo justo por enzima de una larga mesa rectangular. Adornada por un largo mantel color bordo y en su centro se encontraba un trabajado centro de mesa. Esté tenia  forma de un hombre con sus manos alzadas hacia  el cielo Pero lo más extraño de la figura era que de su espalda resaltaba un gran par de alas que se mantenían extendidas.
Kiara  se sentó en la cabecera de la mesa y le indico a Dorell que se sentase a su lado mientras distintas personas llegaban a la gran mesa. Estas personas vestían con distinto tipo de ropas, algunas de un estilo más occidental,  pero en su mayoría llevaban largas túnicas desgastadas por el uso.
Los comensales eran  personas con  diferentes colores de piel y comentaban entre sí  unos con otros en una lengua diferente a la que podía manejar  Dorell. Todo parecía demasiado misterioso y extraño para el joven de las calles de Delhi. No estaba acostumbrado a ese tipo de reuniones.
Kiara  tomo una de las copas de cristal que se encontraban en la mesa y con una pequeña cuchara comenzó a llamar la atención a los presentes que poco a poco fueron callando, y cuando ya no  hubo ningún ruido se apronto a hablar.
_ Bienvenidos todos ustedes a nuestras instalaciones. Espero que no hallan tenido ningún tipo de inconveniente para llegar hasta aquí. Hoy nos hemos reunido aquí para realizar la presentación de nuestro futuro líder de congregación. Sé que durante décadas nuestro grupo a mantenido la esperanza de que por fin llegase aquel que pudiera llevar una luz de esperanza a nuestros pueblos. Pero después de muchos años   aquí se encuentra el representante de la congregación de Sardís, su nombre es Dorell. _Riama  señalo con elocuencia hacia el joven recién llegado. El joven ladrón permaneció en silencio  sorprendido por aquellas palabras.
La sala se mantuvo bajo un silencio casi sepulcral por unos cuantos segundos, hasta que uno de los hombres quebró el silencio con una infranqueable voz.
_ ¿Cómo sabe que este pequeño es uno de los elegidos?. No párese la gran cosa. Se supone que el elegido debe ser fuerte y contener grandes conocimientos y este muchacho no aparenta acaparar ninguna de esas virtudes.
Riama se levanto con rapidez de su asiento y observo a los ojos a aquel hombre que había levantado la voz. Este era un anciano de unos setenta años de edad, su piel era tostada y su cabeza ya no tenía cabellos. Vestía con una simple túnica blanca que le envolvía su cuerpo  sujeta por un desgastado broche de metal.
_ Mi sabio anciano, la fecha de su nacimiento concuerda con los datos de las computadoras con el análisis de las escrituras. El nacimiento del representante de la congregación de Sardís nacería  el 25 de abril del año 43 después de Dios. Además su ubicación en Delhi no es simple coincidencia. He estudiado su genealogía y no se  conoce su procedencia. Ni quienes fueron sus padres   ya que no existen registros de él o de algún familiar ni siquiera dentro de los registros de los mismos pacificadores.
El anciano no se daba  por vencido dentro de la discusión y volvió a objetar mientras los restantes comensales se mantuvieron en silencio. Simplemente escuchando, incluyendo al propio implicado en el debate. En ese instante todo le parecía  algún tipo de sueño extraño después de comer algo en mal estado. Un sueño que en cualquier momento podía despertar de nuevo dentro de alguna cloaca maloliente.
_  En estos tiempos existen muchos niños de la calle que no tienen registros y ninguno de ellos es un salvador. ¿Acaso este joven a demostrado alguna cualidad milagrosa o sobrenatural durante tu investigación?
Riama por primera ves vacilo en su contestación pero observo a Dorell directamente a los ojos.
_La verdad es que durante mi investigación  nunca a manifestado ninguna actividad especial. Pero si me dejan entrenarlo durante dos años le demostrare que él es el elegido para reprensar a  la congregación de Sardís.
La gran mesa permaneció sumida en un interminable mutis. Hasta que una mujer de unos cuarenta años de edad de cabellera oscura y de piel cobriza rompió el silencio. Realizando una seria de oraciones mientras mantenía sus manos unidad y su cabeza gacha. La imitaron   el resto de los invitados exceptuando el joven recién llegada.
 No supo que hacer con la razón pero sus instintos lo hicieron abalanzarse sobre la panera cerca de él. Comenzando a comer el tierno pan sin ninguna preocupación.  Logrando despertar la excitación  del resto de las personas que se encontraban en la mesa.  
No necesitaba tener demasiado desarrollado su  sentido de la etiqueta para darse cuenta que se había equivocado en lo concerniente al pan. Quizás debía haber dejado que aquella mujer se sirviese primero. Pero en fin lo echo, echo estaba. Volvió el pan a su lugar y observo como los demás comensales repetían una extraña letanía 
  Esa noche los comensales se mantuvieron observando con poco disimulo al joven muchacho que se entretuvo comiendo la mayor cantidad de comida posible. Como si se tratase de un camello recogiendo energías para una larga travesía por el desierto.
Terminada la cena Dorell fue escoltado por Kiara hacia su habitación e ingresaron ambos a ella. Dorell se encontraba confundido por aquella discusión. Hablaban sobre algún  elegido y la gente realizaba  extrañas oraciones antes de comer.
Pero lo más sorprendente de todo era que el joven ladrón de las calles de Delhi era el supuesto representante de una congregación. El gran problema era que no sabía  lo que era realmente una "congregación".
Kiara trato de explicarse lo mejor que pudo mientras ayudaba a desasistirse al joven confundido.
_En una época ya distante  la gente tenia derecho a seguir sus propias creencias y poder creer en el dios que considerasen como verdadero. Teniendo la facultad de profesar su propia fe. En el pasado la gente había adorado a diferentes símbolos los que habían brindado esperanza a los mas desvalidos.
Claro que Dorell nunca había escuchado sobre conceptos tales como dios o religión  ya que estaban totalmente prohibido hacia mas de cien años. Esas enseñanzas eran castigadas con terribles penas para aquellos que cayeran en la falta de profesarlas.
Dorell observaba incredulo cada una de las explicaciones de Kiara.
_Dios es un ser supremo, eterno, omnisciente, omnipotente y creador del universo en todo su esplendor. Un ser que se manifiesta a través de todo lo bueno que se encuentra en la tierra. Un día por motivos del odio y la desconfianza de los hombres fue olvidado. Arrastrando al mundo a una falta total de crecimiento de la vida espiritual. Todo  gracias a las fuerzas de los  Pacificadores formada después de la guerra de los diez años entre Oriente y Occidente.
Todos esos datos parecían distantes y muy lejanos de la realidad del joven de Delhi  pero era mejor estar un tiempo allí con comida y un lugar seco que volver a las calles. Y allí transcurrieron casi sin darse cuenta dos años.

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