Estoy a punto de confesarlo todo. Estoy harto que inventen
historias sobre nosotros. Cansado que los humanos hagan
películas y libros que nos hagan hablar como ellos. Porque todo es y será
siempre una real mentira. Dejando los mitos de lado, los perros no hablamos, no
jugamos al póquer y mucho menos nos ponemos a cantar y bailar cuando nadie nos
ve. Si, sé que es difícil de asimilar para ti, tú presumiblemente seas humano y creciste con este montón de
prejuicios la mayoría positivos sobre nosotros. Pero simples preconceptos infundados en la realidad.
Veámoslo de esta perspectiva, si los perros hubiéramos
inventado antes que ustedes la televisión. Habríamos hecho alguna serie en un HBO alternativo en donde un humano con correa ayudara a encontrar huesos
desaparecidos o algo de ese tenor. De seguro sería un éxito de audiencia
en una dimensión paralela donde nosotros tengamos aparatos electrónicos y
ustedes bozales y pulgas. Pero como la realidad en la que vivimos es
otra, me conformare con contar mi verdadera historia.
Como todo perro nací de una madre. Una de esas hembras que
te cuidan de pequeño y más de mayor te enseñan a sobrevivir en un mundo
bastante hostil para un cachorro que vive bajo las estrellas y el sol. Yo no
era hijo único, junto conmigo llegaron tres más, mis hermanos eran
peludos, siempre lloriqueaban y mamaban de mi madre a la mínima
oportunidad. Me supongo que yo también era igual, la verdad no lo sé. Era
demasiado pequeño para recordarlo y no es lo medular de la historia que
les voy a contar.
Nosotros vivíamos en libertad detrás de un acogedor contenedor de basura de un hermoso color verde esperanza. Dicho receptáculo de desperdicios se encontraba en la puerta de atrás de un restaurante chino. Un lugar ideal para mi familia. La comida estaba siempre cerca y 'La Gran Caja' nos brindaba cierto abrigo durante el duro invierno. Pero en ese mundo idílico teníamos un gran problema, eran los gatos.
Nosotros vivíamos en libertad detrás de un acogedor contenedor de basura de un hermoso color verde esperanza. Dicho receptáculo de desperdicios se encontraba en la puerta de atrás de un restaurante chino. Un lugar ideal para mi familia. La comida estaba siempre cerca y 'La Gran Caja' nos brindaba cierto abrigo durante el duro invierno. Pero en ese mundo idílico teníamos un gran problema, eran los gatos.
Aquí voy a destruir otro mito, los perros no odiamos a los
gatos de la forma como los humanos creen. Nos llevamos mal
solo porque nos disgustan aquellos que quieren apropiarse de lo que
nosotros consideramos nuestro por derecho propio. Claramente es
poco probable que compitas con un cocodrilo o una anguila eléctrica por
un tazón de leche caliente, no señores, pero con un gato sí que lo harás.
El problema tanto de ellos como de nosotros es que desde
milenios hemos utilizado la misma táctica de supervivencia "domesticar
humanos". Pero de ese tema me ocupare más adelante, no nos
adelantemos.
Volviendo con los problemas que teníamos con los gatos en el callejón. Nuestras diferencias eran más un tema de intereses encontrados que de racismo propiamente dicho. Cuando se arrojaba la sobras de comida del restaurante se aparecían por doquier y aunque más menudo que nosotros eran mucho más rápidos a la hora de abalanzarse sobre la comida. A veces con un par de ladridos los amedrentábamos pero en muchas otras ocasiones no lográbamos nada y nos quedábamos con el estómago vació. El tema de la comida es siempre una cuestión algo delicada si quieres tener una panza sexy a la que presumir.
Muchos de nosotros toman el camino fácil y domestican a un
humano para que los alimenten. No tiene por qué ser un humano lindo,
conque tenga casa y cocine es suficiente. Pero claro tendrás que pagar un costo, siempre hay un precio para todo. Tendrás que cuidarlo de los
ladrones, espantar vendedores y cuando están deprimidos dejar que te acaricien
la cabeza y moverles la cola. Si suena agotador y lo es en realidad. Es un
trabajo de tiempo completo que te garantiza que al menos tendrás un
seductor excedente de grasa. Quizás adoptar a un humano es el camino
más fácil para muchos perros pero cuaja tus libertades individuales si eres un
rebelde como yo. Por eso mucho de nosotros los rechazamos o los abandonamos a
su suerte. Para elegir vivir en callejones al costado de contenedores de basura de color
verdes esperanza, cerca de algún restaurante de buena comida.
Cuando mis hermanos y yo crecimos nos separamos. Dos de
ellos adoptaron humanos y el tercero se convirtió en una mancha negra en el
asfalto. Lo cierto es que no los extraño para nada. Llámenme desamorado, a los rebeldes
no nos importa lo que piensen de nosotros, somos así de diferentes.
Un día me decidí a probar suerte por las calles, me
despedí de mi madre y salí a conquistar el mundo. Todo iba bien en mi viaje bebía
del agua de los charcos y comía de los recipientes de basura de la calle. Pero
todo mi mundo cambio para mí solo por un olor. Pero no era cualquier perfume, no
señor, era una fragancia dulzona y seductor que me llamaba. De esos que te
hacen orinar con la pata levantada, tú me entiendes ¿Verdad? Lo seguí por un
largo trecho ara demostrar mi joven y nueva virilidad pero cuando por fin llegue a su
fuente descubrí que era una perra.
Si una perra en el doble sentido que le dan los humanos a la palabra. Uno por ser esa su raza y dos porque le encantaba que decenas de perros anduvieran detrás de ella oliéndole la cola. Me acerque haciéndome el indiferente, la olfatee con la elegancia de las buenas costumbres que me había enseñado mi madre. Espante un par de pretendientes con un gruñido mostrando mis blancos dientes y me coloque a su lado como un igual. Pero la perra me rechazo.
A pesar de todos mis esfuerzos de cortejo me dejo de lado
como otro can del montón. Así fue como me rompieron el corazón y el motivo
porque tus estas recibiendo tan vedadas revelaciones perrunas. Esta es mi
venganza contra mi propia raza que me ha rechazado, contar sus secretos.
Lo más probable es que no me creas porque eres presumiblemente
humano y ya algún perro ya te habrá domesticado alguna vez. De ese modo te inmunizó de la verdad que rige al mundo desde las sombras. Pero
esta es la pura verdad, tú en el fondo de tu corazón ya sabes que es
verdad. Estoy seguro que cuando veas a partir de hoy a un perro en la
calle te preguntaras: ¿Fue a este animal al que le rompieron el
corazón? En ese instante sé que tus preguntas
permanecerán en el aire a la espera de alguna mística revelación.
jajajaja lo lmento fui domesticado x gatos..
ResponderEliminarQuien sabe quizás entre un tiempito llegue Derecho a replica de un gato callejero
Eliminarmuy bueno Fer! tienes pasta para esto....
ResponderEliminarMuchas gracias!!!!!!!!!!!!!!!
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