Tres años después de que el consistorio de Buenos Aires aprobaran por ley una paga para los escritores porteños —72 la reciben en la actualidad—, los autores de todo el país abogan ahora por que ese reconocimiento se amplíe a creadores de todo el país. Los legisladores de Buenos Aires consideraron en 2009 que había que proteger a lo que denominaban "columna vertebral de la sociedad". En un país de grandes exponentes de la literatura universal como Jorge Luis Borges o Julio Cortázar, más de 600 personalidades de la cultura, incluidos literatos, intelectuales y actores promueven un texto legal que beneficie a miles de escritores, incluso a aquellos que no han logrado editar sus libros.
La ley de pensiones para escritores de Buenos Aires fue aprobada por la oposición contra el criterio del alcalde, Mauricio Macri, cuyo partido, el conservador Propuesta Republicana (PRO), votó en contra. Sin embargo, Macri no vetó la norma sino que la promulgó. En la actualidad esas pensiones alcanzan los 719 euros mensuales, el equivalente al salario mínimo de un empleado municipal. Los requisitos para recibir esta retribución son los siguientes: que el autor tenga más de 60 años, que no perciba otra pensión, que haya nacido o sea residente desde hace más de 15 años en Buenos Aires y que las editoriales hayan publicado al menos cinco de sus libros o cuente con una trayectoria literaria pública por lo menos durante 10 años. Entre los que la cobran figuran Alberto Laiseca, autor de las novelas El jardín de las máquinas parlantesy Las aventuras del profesor Eusebio Filigranati, y Álvaro Abós, que escribió Merece lo que sueñas y El simulacro.
En 2010, dos legisladores nacionales aliados del kirchnerismo, el senador Samuel Cabanchik y el diputado Carlos Heller, ya presentaron proyectos para nacionalizar las pensiones a escritores y ampliar los criterios sobre qué se considera un autor. Cabanchik planteó que deben beneficiarse los argentinos o extranjeros residentes desde hace al menos 20 años, que tengan más de 65 años, carezcan de otra pensión y hayan publicado cinco libros o cuenten con una trayectoria literaria de más de 20 años. La jubilación equivaldría a tres pensiones mínimas, es decir, 963 euros. Mientras que Heller y su colega Juan Carlos Junio promueven condiciones similares, aunque pretenden que la reciban los extranjeros que vivan en la capital argentina desde hace 15 años y solo aquellos que hayan contribuido a la Seguridad Social durante 15 años, en lugar de los 30 que corresponden a cualquier otro trabajador. Ambos han conseguido que más de 600 personalidades de la cultura apoyen su iniciativa.
Cabanchik considera que ninguno de los proyectos ha sido aprobado hasta ahora por "falta de motivación política de parte del Gobierno, y no porque se oponga" a la idea de las pensiones para escritores. Mientras que en la Unión Europea se debate el retraso de la edad de retiro, en Argentina la cobertura de la población mayor de 65 años con jubilación ha subido en los Gobiernos de los Kirchner desde el 75% en 2003 hasta el 95% actual. Tres de cada cuatro pensionistas cobran el haber mínimo y uno de cada seis ha iniciado juicios contra el Estado porque considera que cobra menos de lo que le corresponde.
Las críticas de Fogwill
Uno de los principales escritores argentinos de los últimos tiempos, Fogwill, fallecido en 2010, criticó en su momento la pensión especial para escritores porque consideraba que ningún autor era más importante que un albañil. "A Fogwill no se lo podía tomar muy en serio, decía cosas para provocar", opina el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Alejandro Vaccaro. "Sin duda que el carpintero también merece su pensión. Todos deberían vivir dignamente y después hay que discutir caso por caso cuánto se cobra", añade Vaccaro.
"No conozco que nadie se oponga a la pensión salvo los secretarios de Hacienda de todos los Gobiernos", opina el presidente de la SADE. "Los escritores llegan bastante desprotegidos a la vejez", expone Vaccaro. "Se lo maltrata mucho. Es el que gana menos en la cadena del libro, menos que el editor o el librero", agrega el jefe de la SADE, que concentra a unos 6.500 en toda Argentina. "El 98% vive de otra cosa y solo el 2% vende muchos libros. El 70% son poetas", explica. Algunos dan clases en la universidad o talleres literarios, son periodistas o trabajan en las editoriales.
"La pensión es un reconocimiento a la trayectoria, al esfuerzo", opina Cabanchik. "Es difícil en nuestro país sostener la producción cultural en todas sus manifestaciones, y la literatura es solo una de ellas. Es un trabajo marginal y además uno no es profeta en su tierra", añade el senador en una Argentina que no cesa de parir grandes escritores pero que en la actualidad no suelen figurar entre los más vendidos en sus típicas librerías.
La voz de un escritor
Vicente Battista (Buenos Aires, 1940), autor de los libros de cuentos Los muertos y El final de la calle, es uno de los impulsores de la ley nacional de pensiones para escritores. "Hay burocracia en el Congreso, se dejan estar, pero creo que en 2013 debería estar aprobada. Significaría un apoyo muy grande y sin una erogación enorme. No sé quién puede oponerse. Ahora todos se jubilan, incluidas las amas de casa. Oponerse sería tirarse un tiro por la culata", añade. El también autor de la novela Sucesos argentinosrecuerda que grandes escritores de su país vivieron la vejez en pobres condiciones. Cita a Antonio Di Benedetto (1922-1986), Luis Franco (1898-1988) y Bernardo Kordon (1915-2002). "Hoy en día los textos de esos autores ilustran los manuales de escuela", destaca. "Di Benedetto, cuando vuelve del exilio tras la última dictadura (1976-1983), le dan un trabajo en la Secretaría de Cultura, con el salario de un aprendiz de barrendero. Buscó jubilarse, pero tenía problemas con los aportes a la Seguridad Social. Un autor como Di Benedetto murió pobremente, en la cama del hospital Italiano", recuerda.
Otras experiencias
Algunas provincias argentinas como Santa Fe y Entre Ríos también cuentan con leyes, aunque restrictivas, sobre pensiones para escritores, según comenta uno de los autores de los proyectos para nacionalizarlas y ampliarlas, Juan Carlos Junio. Este diputado kirchnerista y director del Centro Cultura de la Cooperación también señala que ciertos países cuentan con retribuciones similares, como España, Francia, Canadá, México, Perú y algunos Estados de Brasil. "Pero nuestro proyecto de ley se adecua a nuestro proceso histórico". Se refiere Junio a los años de crisis económicas que impidieron que muchos argentinos contribuyeran a la Seguridad Social. "Con nuestra iniciativa, la profesión de escritor se reivindica y muchos más jóvenes se van a dedicar a escribir", argumenta.
Fuente: El país de España
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