lunes, 30 de julio de 2012

Confesiones de un perro vagabundo - J.F-Mena.


Estoy a punto de confesarlo todo. Estoy harto que inventen historias sobre nosotros. Cansado que   los humanos  hagan películas y libros que nos hagan hablar como ellos. Porque todo es y será siempre una real mentira. Dejando los mitos de lado, los perros no hablamos, no jugamos al póquer y mucho menos nos ponemos a cantar y bailar cuando nadie nos ve. Si, sé que es difícil  de asimilar para ti, tú presumiblemente  seas humano y creciste con este montón de prejuicios  la mayoría positivos sobre nosotros. Pero simples  preconceptos infundados en la realidad.

Veámoslo de esta perspectiva, si los perros hubiéramos inventado antes que ustedes la televisión. Habríamos hecho alguna serie en un HBO alternativo en donde un humano con correa  ayudara a encontrar huesos desaparecidos o algo de ese tenor. De seguro sería un éxito de audiencia  en una dimensión paralela donde nosotros tengamos aparatos electrónicos y ustedes bozales y pulgas. Pero como la realidad en la que vivimos  es otra, me conformare con contar mi verdadera historia.









Como todo perro nací de una madre. Una de esas hembras que te cuidan  de pequeño y más de mayor te enseñan a sobrevivir en un mundo bastante  hostil para un cachorro que vive  bajo las estrellas y el sol.  Yo no era hijo único, junto conmigo llegaron tres más, mis hermanos eran peludos,  siempre lloriqueaban y mamaban de  mi madre a la mínima oportunidad. Me supongo que yo también era igual, la verdad no lo sé. Era demasiado pequeño para recordarlo y no es lo medular  de la historia que les voy a  contar. 
Nosotros vivíamos en libertad detrás de un acogedor contenedor de basura de un hermoso color  verde esperanza. Dicho receptáculo de desperdicios se encontraba  en la puerta de atrás de un restaurante chino. Un lugar ideal para mi familia. La comida estaba siempre cerca y 'La Gran Caja' nos brindaba cierto abrigo durante el duro invierno. Pero en ese mundo idílico teníamos un gran problema, eran los gatos.







Aquí voy a destruir otro mito, los perros no odiamos a los  gatos de la forma  como los humanos creen. Nos llevamos  mal solo porque  nos disgustan aquellos que quieren apropiarse de lo que nosotros consideramos nuestro  por derecho propio. Claramente es poco probable que compitas con un cocodrilo o una anguila eléctrica  por un tazón de leche caliente, no señores, pero con un gato sí que lo harás.

El problema tanto de ellos como de nosotros es que desde milenios hemos utilizado la misma táctica de supervivencia "domesticar humanos". Pero de ese tema  me ocupare  más adelante, no nos adelantemos.


Volviendo con los problemas que teníamos  con los gatos en el callejón. Nuestras diferencias   eran más un tema  de intereses encontrados que de racismo propiamente dicho. Cuando se arrojaba la sobras de comida del restaurante se aparecían por doquier y aunque más menudo que nosotros eran mucho más rápidos a la hora de abalanzarse sobre la comida. A veces  con un par de ladridos los amedrentábamos pero en muchas otras ocasiones  no lográbamos nada y nos quedábamos con el estómago vació. El tema de la comida es siempre una cuestión algo delicada si quieres  tener una panza sexy a la que presumir.

Muchos de nosotros toman el camino fácil y domestican a un humano para que los alimenten. No tiene por qué  ser un humano lindo, conque tenga casa y cocine es suficiente. Pero claro tendrás que pagar un costo, siempre hay un precio para todo. Tendrás  que cuidarlo de los ladrones, espantar vendedores y cuando están deprimidos dejar que te acaricien la cabeza y moverles la cola. Si suena agotador y lo es en realidad. Es un trabajo de tiempo completo que te garantiza que  al menos tendrás un seductor excedente de grasa. Quizás adoptar a un humano es el camino más fácil para muchos perros pero cuaja tus libertades individuales si eres un rebelde como yo. Por eso mucho de nosotros los rechazamos o los  abandonamos a su suerte. Para elegir vivir en callejones al costado de contenedores de basura de color verdes esperanza, cerca de algún restaurante de buena comida.



Cuando mis hermanos y yo crecimos nos separamos. Dos de ellos adoptaron humanos y el tercero se convirtió en una mancha negra en el asfalto. Lo cierto es que no los extraño para nada. Llámenme desamorado, a los rebeldes  no nos importa lo que piensen de nosotros, somos así de diferentes.

Un día me decidí a probar suerte por las calles, me despedí de mi madre y salí a conquistar el mundo. Todo iba bien en mi viaje bebía del agua de los charcos y comía de los recipientes de basura de la calle. Pero todo  mi mundo cambio para mí solo  por un olor. Pero no era cualquier perfume, no señor, era una fragancia dulzona y seductor que me llamaba. De esos que te hacen orinar con la pata levantada, tú me entiendes ¿Verdad? Lo seguí por un largo trecho ara demostrar mi joven y nueva virilidad pero cuando por fin llegue a su fuente descubrí que era una perra.





Si una perra en el doble sentido que le dan los humanos a  la palabra. Uno por ser esa su raza y dos porque le encantaba que decenas de perros anduvieran detrás de ella oliéndole la cola. Me acerque haciéndome el indiferente, la olfatee    con la elegancia de las buenas costumbres que me había enseñado mi madre. Espante un par de pretendientes con un gruñido mostrando mis blancos dientes y me coloque a su lado como un igual. Pero la perra me rechazo.

A pesar de todos mis esfuerzos de cortejo me dejo de lado como otro can del montón. Así fue como me rompieron el corazón y el motivo porque tus estas recibiendo tan vedadas revelaciones perrunas. Esta es mi venganza contra mi propia raza que me ha rechazado, contar sus secretos.   Lo más probable es que no me creas porque eres presumiblemente humano y ya algún perro ya te habrá domesticado alguna vez. De ese modo te inmunizó de la verdad que rige al mundo desde las sombras.   Pero esta es la pura  verdad, tú en el fondo de tu corazón ya sabes que es verdad. Estoy seguro que cuando veas a partir de hoy a un perro  en la calle   te preguntaras: ¿Fue a este animal al que le rompieron el corazón? En ese instante sé que  tus preguntas permanecerán   en el aire a la espera de alguna mística revelación.

4 comentarios:

  1. jajajaja lo lmento fui domesticado x gatos..

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    1. Quien sabe quizás entre un tiempito llegue Derecho a replica de un gato callejero

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  2. muy bueno Fer! tienes pasta para esto....

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