sábado, 25 de junio de 2011

La otra bella durmiente - Phillip Margolin



En casi todos los talleres literarios, antes o después, uno de los profesores suele pronunciar, como consejo capital dirigido a los jóvenes aprendices de escritor, la siguiente y capital frase: "Escribe de lo que sabes". Sería algo así como el primer mandamiento, una máxima orientada a cimentar la veracidad del texto y anclarlo con mayor profundidad e impacto en la mente de los lectores. Nunca falla, y los alumnos suelen tomar buena nota de esa sentencia.
Sucede en la última y muy entretenida novela de Phillip Margolin que uno de esos escritores de novelas policíacas --a cuya creación tan proclives resultan los autores de carne y hueso-- traslada este apotegma a sus últimas consecuencias. Esto es, decide, antes de ponerse a escribir, vivir, experimentar con sus propios sentidos los elementos dramáticos de su obra, encarnados en sucesivos crímenes. Decide, en definitiva, pensar y actuar como un asesino, y escribir después, en caliente, sobre esa experiencia primigenia y atroz.
A partir de este planteamiento, la ficción de Margolin adquirirá una dimensión extraña, monstruosa, ciertamente, en su concepción original, pero esencial y directa en la consecución de sus objetivos causa--efecto. El texto de una serie de despiadados crímenes relatados con pavorosa frialdad y, al mismo tiempo, con una precisión casi quirúrgica, con un detallismo espeluznante, aparece de pronto en las clases de uno de esos talleres literarios a los que me refería al principio, y a partir de ahí su existencia se ensamblará con la investigación criminal de una serie de homicidios sin resolver. ¿Quién será el criminal? ¿El director del taller, que es, a su vez, un famoso escritor de novela negra? ¿Alguno de sus contados alumnos? ¿Una mano anónima que disimula su ensangrentado cuchillo entre esa hojarasca teórica? No lo sabemos, no lo adivinamos, y por eso seguimos leyendo ávidamente hasta el final las páginas raudas y correctas de La otra bella durmiente , que así se titula la novela de Margolin.
Su norteamericano autor, antiguo abogado criminalista, dejó la profesión para especializarse en el género del thriller , cuyas leyes domina y trabaja con una pasmosa sencillez. A diferencia de un Scott Turow, por ejemplo, más alambicado y complejo en sus tramas psicológicas, Margolin traza los hechos y caracteres con una facilidad y limpieza de trazo que nos obliga a plantearnos si ese resultado es producto de infinitas correcciones textuales o el fiel reflejo de una escritura simple, rápida y eficaz como un guión bien trabado. Porque alcanzar la claridad entre el marasmo de sangre, intereses contrapuestos, sospechosos alternativos, pistas falsas, coartadas e intuiciones que suelen adornar, o complicar, toda novela de acción criminal, no debe resultar nada fácil. Margolin lo consigue sin aparente esfuerzo, descargando el trabajo del lector y proporcionándole un urgente y satisfactorio placer.
La otra bella durmiente es, también, una meditación sobre los límites de la imaginación, y su morganática relación con la frontera de la realidad. Pero, sobre todo, un vehículo de lectura veloz, puesto a punto al entretenimiento.

Lo mejor:
·        Un final muy bien llevado donde el autor logra sorprendernos  sin rayar en lo absurdo.
·        Una lectura rápida y adictiva.
·        Una buena ironía para todos aquellos que soñamos con escribir algun día un buen  best sellers

Lo peor:
·        Algún detalle referente al orgullo quizás  demasiado exacerbado.

10/12

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