Cuando el Septón encendió la vela, los fríos ojos del Padre se iluminaron de forma siniestra. La pequeña llama proyectaba infinidad de sombras por sobre los demás dioses del Septo. Todos estaban allí, La vieja, la Madre, la Doncella, el Padre, el Herrero y el Desconocido. Según decía la tradición, estos siete dioses no eran más que las siete facetas o rostros de un único dios, el dios de los hombres de todo poniente.
Los niños Ámanas aun eran pequeños pero con el entendimiento suficiente para saber que ante los ojos de los siete, todos los hombres eran iguales. Tanto señores como plebeyos serian arrebatados del mundo de manos del Desconocido y juzgados con justicia por el Padre. El sagrado conocimiento de los ándalos había enseñado a los grandes monarcas llegados de Valiria la verdadera religión. Los reyes dragones al aceptar las sagradas revelaciones las habían tomado como propias expandiéndolas aun mas por todo poniente. Allí en Roca Ceniza el septón Fran era el responsable de la fe tanto de los plebeyos como de los grandes señores. Un hombre joven de gestos sencillos y mirada severa al que el pueblo escuchaba con grados iguales de reverencia y temor. Pero a pesar de ser tan joven ante los ojos aun inocentes de los pequeños herederos era la viva imagine de la sabiduría.
_ ¿Quien fue el que profano el
libro sagrado de las siete puntas?- Pregunto
el Septón con enojo.
Los pequeños
Ámanas no
respondieron.
_ ¿Para que nos dio lengua el
herrero si no para confesar nuestros pecados?- Cuestiono el septón ante la mirada suplicante de los
niños. Agustín el mas pequeño, ocultaba su cara detrás sus manos en
forma de rezo. Mientras que una lagrima solitaria se deslizaba por su regordeta mejilla
infantil.
_Yo no fui Septón. Se lo juro por los dioses.
No me mande a ninguno de los siete
infiernos - Sollozo el mas pequeño de los jóvenes Ámanas.
El Septón Fran con mucha
parsimonia se dirigió al altar de la Vieja y encendió una vela a sus pies. Dejando en evidencia las arrugas que
marcaban el rostro de la estatuilla.
_ Joven Alexander ¿Cuéntanos porque
la vieja es representada con una lámpara en su mano derecha?
El heredero era delgado como un
palo y sus ojos violetas brillaban con un fulgor extraño gracias a las luces de las velas de los altares.
_ Porque la vieja representa la
sabiduría y con su luz nos muestra el camino hacia la verdad.
_Así es, así es. - Sonrió el
Septón por primera ves en el día._ Por lo tanto meditemos en paz y que la
Vieja guié nuestros corazones.
El septó permaneció en total silencio y
solo el palpitar de las llamas rompían la calma del momento. Los minutos
pasaron, en un desfilar del tiempo, como una sombra ensimismada de tensión opresiva. Hasta que
una aguda voz rompió la
inquebrantable quietud.
_ Fui yo, fui yo. Yo no
quería, fue sin querer- Sollozo Agustín, pero antes de
continuar su hermano lo interrumpió.
_No es
cierto, fue mi culpa. Tenia hambre y comí mientras leía y la miel se derramo.
Pido perdón, en nombre de la Madre. Mi
hermano no tuvo nada que ver con eso.
El Septón Fran observo a los dos niños con
mirada inflexible y con un gesto de su mano los despidió del templo. Cuando la gran puerta se
cerró detrás de ellos los ojos del padre
centellaron con enojo entre las lóbregas penumbra de los altares.
_ Lo siento mucho señor - Se disculpo el Septón- Yo mismo observe que fue el pequeño Agustín el que derramo la miel por sobre las sagradas escrituras.
_ Lo siento mucho señor - Se disculpo el Septón- Yo mismo observe que fue el pequeño Agustín el que derramo la miel por sobre las sagradas escrituras.
_ ¿Acaso crees que me interesa lo que paso con un
mísero libro?- Respondió con irritación
el señor de Roca Ceniza_ Lo importante son las espadas. Mandare a Antigua a que
traigan tres mas, si es tan importante para los "dioses". Pero lo que realmente me molesta es la mentira.
_ Son niños. Aun no conocen el
verdadero poder de los dioses. Pero la Madre..._ El Septón trago saliva y las
palabras parecían morir antes de salir de su garganta.
_ Habla no me gusta perder el
tiempo con rodeos._ Amenazo con voz medida el iracundo señor.
_ El joven Alexander es un buen
muchacho pero la Madre a arraiga fuertemente en su corazón. Prefiere mentirle a los siete
en vez de hacer lo correcto y acusar a su hermano. Un señor debe ser menos
piadoso si no será devorado por los lobos.
_ ¿Que me esta pidiendo clérigo?
¿Acaso sugieres que envié a mi hijo de diez años al muro por defender a su hermano pequeño?
_ No señor, yo solo pensaba,
que...
_ ¡Basta! - Grito el padre - No
te traje a aquí para pensar. Si no para educar a mis hijos._ Vocifero el padre liberando su ira reprimida_ Juro por los dioses nuevos
y antiguos que haré de mi heredero un hombre implacable. Será digno de ser el
señor supremo de los siete reinos.
Aunque en el proceso, me odie tanto que lo pierda para siempre.
Obviamente este cuento esta inspirado en la obra de George R. R Martins
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